Hace pocas semanas que terminé mi primera vuelta al temario de civil. Ha sido una verdadera prueba de fuego, ya que creo que es una de las partes más difíciles de la oposición de Registradora de la Propiedad. Para explicar cómo he llegado hasta aquí voy a contar mi historia.
Me llamo Marga, tengo 29 años y empecé a opositar el 12 de octubre de 2017. Mi vocación para para este trabajo ha sido tardía. Cuando comencé la universidad quería ser periodista; y en esas estuvimos. Tras 4 años maravillosos vino la dura realidad. En 2012, en plena crisis, con mi padre a punto de jubilarse y con la moda de hacer EREs en cada redacción, una recién graduada veía el futuro muy negro.
Tuve la suerte de que mi padre me pudo ayudar un poco más y fui admitida por el Máster de El Mundo de la Escuela Unidad Editorial y la Universidad San Pablo CEU. Así que hice mis maletas desde la aciaga Murcia para buscar El Dorado. Pero no encontré mucha diferencia. Trabajar de becaria por 350 euros al mes era lo máximo a lo que podía aspirar. Aunque para ser justos, algunos de mis compañeros todavía siguen la redacción cobrando un sueldo de adulto.
En mi familia, casi todos han estudiado derecho. Mi padre ha sido notario y mi hermana sacó la plaza de registradora de la propiedad en diciembre de 2014, por lo que me dije que una formación en derecho podría mejorar mi opciones como periodista. Me matriculé por la UNED y me fui a París a trabajar. A ver si en Europa la mirada no estaba tan apagada.
Tras un año en la ciudad de la luz, mi ánimo se puso por las nubes. Trabajaba para un tour operador escribiendo artículos en español y la mitad de la semana por las tardes/noches en un restaurante muy top de 1er1 èmé. Hice nuevas amistades, me reencontré con grandes personas que hoy son como mis hermanas y entre trabajo y trabajo, en el metro o en el autobús, estudiaba el temario de Civil I. No sé cómo lo hice, pero aprobé y empezó a gustarme eso del civil.
En junio recibí una noticia estupenda: iba a ser tita por primera vez. Todo cambiaba. ¿Quería ser la tita de Francia? ¿Iba a perderme cómo mi sobrina se convertía en la personita tan magnífica que es hoy? ¿Qué hago aquí? ¿Estoy apostando por m futuro? Decidí darme unas vacaciones en España para reflexionar. Me di cuenta de que no dejaba de dar tumbos y todas mis decisiones eran a corto plazo, sin verdadera reflexión; me dejaba llevar por lo que en un momento dado me parecía lo mejor.
En septiembre volví con el corazón un poco roto, pero con nuevas metas e ilusiones por delante. Me matriculé en la UNED de Civil II, III y IV, Mercantil I y II, Internacional privado, Internacional público, Procesal civil y Procesal penal. Todas menos dos, eran anuales. Un suicidio; más aún si en vez de dedicarte a estudiar te pasas cinco de cada siete días aprendiendo a escalar en la montaña, en el rocódromo, yendo al gimnasio, saliendo con la bici... vamos tenía una vida de lo más relajada.
Dicen que todo suele pasar por algo.
Un día decidimos unos amigos y yo ir escalar a la pared de la Víbora en el Valle de Ricote. Sin entrar en detalles técnicos, me caí mientras subía una vía que era fuerte para mi nivel y, en resumen, me hice una edema óseo en la rodilla que no me dejaba ni subir ni bajar escaleras. Tocaba reposo. ¿Qué iba a hacer yo ahora si toda mi vida era hacer deporte? Pues vamos a ver si apruebo algo en la convocatoria de junio para la que quedaban 2 semanas. Me estudié el segundo trimestre de uno de los mercantiles y otra vez, no sé ni cómo, aprobé el examen. Total, que me dije: ¿y si lo intentamos con todo?
Tenía que meterme en el cerebro 300 temas de cuestiones que no había visto en mi vida (Procesal es lo más difícil, y más tarde de lo más guay, que, en mi opinión, hay en Derecho). Pero si he conseguido escalar montañas, ¿quien dice que iba a ser capaz de conseguir esta nueva meta?
Empecé una rutina totalmente marcial estudiando 10 horas al día. Controlaba mi alimentación al milímetro y sacaba a mi perro religiosamente todos los días a las 8 durante una hora. Solo descansaba los sábados desde la hora de comer hasta después de la cena, que me iba a la playa a estar con mi familia.
Llegó septiembre y los exámenes fueron mortales. En la UNED son muy estrictos: si suspendes o no te presentas a una asignatura anual, no te hacen un examen global de toda la materia. No. Tienes que presentarte el examen de primer parcial y al del segundo. Es fácil que el examen de cada parcial dure 2 o 3 horas y sean 5 o 6 preguntas. Y todo en 5 días, los cuales estuve prácticamente unas 8 horas al día haciendo exámenes. Los resultados fueron buenos. No aprobé todas. Civil III se me resistió y Derecho Internacional Privado también, pero llegué a sacar notable en Civil IV y sobresaliente en Procesal Penal, por lo que acabé orgullosa de mi periplo.
Al final de esa andadura fue cuando me dije ¿y si oposito como mi hermana a registradora de la propiedad? Civil y Mercantil era lo que más me gustaba de toda la carrera; me había demostrado con creces que era capaz de seguir una rutina y estudiar tantas horas. ¿Sería yo capaz de conseguirlo? Recibí el apoyo de mi familia y especialmente de mi hermana, quien me había visto alguno de esos días encerrada estudiado y que me llegó a confesar que le sorprendí.
Así que me lié la manta a la cabeza y hasta aquí hemos llegado. Todavía quedan obstáculos que contar... pero mejor lo dejamos para otro día.
Me llamo Marga, tengo 29 años y empecé a opositar el 12 de octubre de 2017. Mi vocación para para este trabajo ha sido tardía. Cuando comencé la universidad quería ser periodista; y en esas estuvimos. Tras 4 años maravillosos vino la dura realidad. En 2012, en plena crisis, con mi padre a punto de jubilarse y con la moda de hacer EREs en cada redacción, una recién graduada veía el futuro muy negro.
Tuve la suerte de que mi padre me pudo ayudar un poco más y fui admitida por el Máster de El Mundo de la Escuela Unidad Editorial y la Universidad San Pablo CEU. Así que hice mis maletas desde la aciaga Murcia para buscar El Dorado. Pero no encontré mucha diferencia. Trabajar de becaria por 350 euros al mes era lo máximo a lo que podía aspirar. Aunque para ser justos, algunos de mis compañeros todavía siguen la redacción cobrando un sueldo de adulto.
Mi compañera Teresa (izq) y yo en la Redacción de El Mundo en 2013 | Desconocido
Tras un año en la ciudad de la luz, mi ánimo se puso por las nubes. Trabajaba para un tour operador escribiendo artículos en español y la mitad de la semana por las tardes/noches en un restaurante muy top de 1er1 èmé. Hice nuevas amistades, me reencontré con grandes personas que hoy son como mis hermanas y entre trabajo y trabajo, en el metro o en el autobús, estudiaba el temario de Civil I. No sé cómo lo hice, pero aprobé y empezó a gustarme eso del civil.
Tumbana en los Champs de Mars una de las pocas tardes que no tenía que trabajar | Marga Peñafiel
En septiembre volví con el corazón un poco roto, pero con nuevas metas e ilusiones por delante. Me matriculé en la UNED de Civil II, III y IV, Mercantil I y II, Internacional privado, Internacional público, Procesal civil y Procesal penal. Todas menos dos, eran anuales. Un suicidio; más aún si en vez de dedicarte a estudiar te pasas cinco de cada siete días aprendiendo a escalar en la montaña, en el rocódromo, yendo al gimnasio, saliendo con la bici... vamos tenía una vida de lo más relajada.
Dicen que todo suele pasar por algo.
Caminando por el Valle de Ricote para llegar a la pared de escalada. Subiendo la Panocha. | Alba
Un día decidimos unos amigos y yo ir escalar a la pared de la Víbora en el Valle de Ricote. Sin entrar en detalles técnicos, me caí mientras subía una vía que era fuerte para mi nivel y, en resumen, me hice una edema óseo en la rodilla que no me dejaba ni subir ni bajar escaleras. Tocaba reposo. ¿Qué iba a hacer yo ahora si toda mi vida era hacer deporte? Pues vamos a ver si apruebo algo en la convocatoria de junio para la que quedaban 2 semanas. Me estudié el segundo trimestre de uno de los mercantiles y otra vez, no sé ni cómo, aprobé el examen. Total, que me dije: ¿y si lo intentamos con todo?
Todo el temario que tuve que estudiar aquel verano. | Marga
Llegó septiembre y los exámenes fueron mortales. En la UNED son muy estrictos: si suspendes o no te presentas a una asignatura anual, no te hacen un examen global de toda la materia. No. Tienes que presentarte el examen de primer parcial y al del segundo. Es fácil que el examen de cada parcial dure 2 o 3 horas y sean 5 o 6 preguntas. Y todo en 5 días, los cuales estuve prácticamente unas 8 horas al día haciendo exámenes. Los resultados fueron buenos. No aprobé todas. Civil III se me resistió y Derecho Internacional Privado también, pero llegué a sacar notable en Civil IV y sobresaliente en Procesal Penal, por lo que acabé orgullosa de mi periplo.
Al final de esa andadura fue cuando me dije ¿y si oposito como mi hermana a registradora de la propiedad? Civil y Mercantil era lo que más me gustaba de toda la carrera; me había demostrado con creces que era capaz de seguir una rutina y estudiar tantas horas. ¿Sería yo capaz de conseguirlo? Recibí el apoyo de mi familia y especialmente de mi hermana, quien me había visto alguno de esos días encerrada estudiado y que me llegó a confesar que le sorprendí.
Así que me lié la manta a la cabeza y hasta aquí hemos llegado. Todavía quedan obstáculos que contar... pero mejor lo dejamos para otro día.
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