Decidirse a opositar fue el primer paso, pero todavía me quedaba unas cuantas asignaturas por delante. Si preguntáis a los más entendidos en esta oposición no hay una opinión consolidada. ¿Es mejor acabar la carrera y seguidamente empezar con la oposición o estudiar los temas a la vez que vas acabando? A mí me aconsejaron que terminase la carrera y luego empezase a opositar. Ahora echo la vista atrás y no hubiese sido mala idea empezar con los temas cuando me quedaban apenas dos asignaturas, pero entiendo que la oposición de registros requiere una dedicación exclusiva.
Decidí acabar la carrera rápido para poner las manos en harina cuanto antes. Sin embargo, yo ya llevaba un tiempo siendo independiente de mis padres y tenía que seguir así. Encontré un trabajo de atención al cliente en una empresa de Murcia. Era jornada completa, con horario partido y requería bastante dedicación. Estudiaba cuando salía de trabajar y los fines de semana.
Fue una época bastante complicada. Mi nivel de estrés estaba al límite. No solo por no tener tiempo para nada, sino por el tipo de trabajo. Veréis, era una empresa de telecomunicaciones y ya sabéis cómo nos ponemos las personas cuando deja de funcionar Internet... Por unos meses volví a perder mi objetivo de vista y estaba demasiado centrada en hacer mi trabajo. Llegó junio y no salieron las cosas como esperaba. Tenía que decidirme: o sacaba más tiempo para estudiar o dejaba el trabajo definitivamente. Por suerte tuve un jefe que me entendió y conseguimos hacer una jornada que me permitiese tener más tiempo seguido de estudio.
Pese a todo, mi nivel de tensión seguía por las nubes. Tenía que aprobar las asignaturas para empezar la oposición que tanto quería hacer, en el trabajo ampliaban zonas, se elevó el número de tareas considerablemente y para más inri en casa mi madre se puso enferma y surgieron otros problemas familiares que, bueno, no vienen el caso. Me sentía como una olla a presión a punto de estallar.
Llegó septiembre y, como decía en el post anterior, una vez más no sé cómo lo hice pero aprobé. Ya solo me quedaba el TFG, Penal II y Tributario III. Aunque tenía un problema: me había roto. Algo había en mí que no funcionaba. Seguí el consejo que me dieron y no empecé la oposición hasta que no tuviese todos los créditos, por lo que tenía que esperar un año más.
Era consciente de que tenía que recuperar mi energía. Volví al rocódromo que tanta confianza me generó en el pasado. Empecé a salir con la bici los fines de semana, volví a ver a mis amigos, dejé el trabajo que tanto daño me estaba haciendo... pero todo eran piedras en el camino, lesiones, malentendidos... Había algo que por mucho que yo luchase me hundía.
Pasó un año y seguía sin estar bien. Terminé la carrera y seguía sin tener energía, fuerza, ánimo, confianza... El verano antes de empezar con la oposición mi madre y yo hablamos largo y tendido y llegó a la conclusión de que tenía que ver a un psiquiatra. Yo nunca había estado en terapia, pero si era lo que tenía que hacer para estar bien, lo haría.
Tras muchas horas de terapia, el psiquiatra me dijo lo que no quería oír: tenía una depresión de grave a moderada. Nos planteamos el tema de la oposición ¿Iba a dejar de lado aquello por lo que llevaba tanto tiempo luchando? ¿Tendría que posponerlo? ¿Cuánto tiempo iba a tardar en recuperarme? ¿Seré capaz de compaginarlo otra vez todo? Ambos llegamos a la conclusión que con la medicación adecuada no habría problema para hacer la oposición. Así que en esas me puse. En octubre de 2017 llamé a la Academia para empezar, con ilusión pero sin fuerzas, la última carrera de mi vida.
Al principio fue bien. Estudiaba y cantaba. Mi preparadora de aquel entonces estaba contenta, aunque no le dije a nadie que estaba en tratamiento. Todo empezó a ir en picado después de las vacaciones de Navidad. Por lo visto, esto de la depresión tiene ciclos. Al principio estas genial, pero luego tienes un bajón importante, luego vuelves a subir, y luego bajón, subir-bajón, subir-bajón.... hasta que te estabilizas. Yo no lo sabía. No pude con la presión de la oposición en medio de mi bajón y en abril de 2018 abandoné.
Yo no quería hacer nada más que eso, pero miraba a los temas y solo perdía el tiempo. Empecé a ir también al psicólogo. El cual me dijo que me pusiese a la trabajar. Mi error fue hacer caso a personas que no están familiarizadas con esta oposición. Al fin y al cabo, si no pasas por esto, difícilmente vas a sabes qué es.
Llegó septiembre y volví a tener un subidón. Quería volver a la oposición. Hablé con otra preparadora de la Academia y con mi familia y pensamos que lo mejor era esperar hasta enero, no vaya a ser que fuese una falsa esperanza. Por aquel entonces mi alimentación era pésima y no hacía nada de deporte por varias lesiones que había tenido. Decidí coger el toro por los cuernos. Me acordé de aquel verano en el que leí que una buena alimentación era crucial para un rendimiento intelectual. Así que llamé el centro CEOME de Murcia, especializados en micronutrición, para empezar una dieta especializada.
Todo iba genial. Volví a recuperar la sonrisa. Dejé de ir a la terapia del psicólogo, porque seguía empeñado en que no volviese a la oposición, pero en ocasiones solo tu sabes la respuesta. Acabé con la medicación. Empecé con el deporte y la buena alimentación. Volví a salir con mis amigos... empezaba a ver la luz de nuevo. En enero de 2019 retomé la oposición con la que hoy en día es mi preparadora y desde entonces no he tenido ni una semana mala.
Hace pocas semanas - ya meses- que acabé mi primera vuelta al temario de Civil. Todavía tengo un camino largo, pero ahora sé, después de haber caído, que lo puedo conseguir. Sé cuales son mi debilidades, sé que cada opositor es distinto dentro de un mismo sistema y que no tengo que imitar ni a mi hermana, ni a mi padre ni a nadie. Tengo que hacer mía la oposición y he encontrado lo que me funciona. Y como dice el juez Francisco del Pozo: "Hay dos tipos de opositores: lo qe ya han caído y lo que van a caer".
Estudiando en mi Opozulo en abril de 2019 | Marga Peñafiel
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